La contracrónica

Vara, con medalla y sin medalla

El expresidente rechaza la Medalla de Oro de la Provincia de Badajoz que otorga la diputación y que también tienen Ibarra y Monago.

"No rechazo nada. No hice nada extraordinario. Sólo cumplir con el compromiso" se justifica.

Pero, ¿es por convicción o una forma de demostrar que no comparte el proyecto de su sucesor?

Guillermo Fernández Vara (derecha), junto a Pedro Sánchez (centro) y Miguel Ángel Gallardo (izquierda), en el congreso regional extraordinario del PSOE.

Guillermo Fernández Vara (derecha), junto a Pedro Sánchez (centro) y Miguel Ángel Gallardo (izquierda), en el congreso regional extraordinario del PSOE. / Carlos Ramos

«No quiero homenajes, ni mi nombre en plazas o calles, porque la mejor medalla es saber que mi foto está en muchos hogares de Extremadura». Fueron las palabras del expresidente Guillermo Fernández Vara durante su intervención en el congreso extraordinario celebrado por el PSOE de Extremadura el 24 de marzo para ratificar a Miguel Ángel Gallardo como nuevo secretario general del partido. Su sucesor.

Aquellas palabras han retumbado en la memoria de muchos cuando esta semana el propio Gallardo informaba de que Fernández Vara había rechazado la Medalla de Oro de la Provincia de Badajoz que otorga la diputación pacense a los presidentes de la Junta de Extremadura cuando dejan de serlo. También la tienen, y estos sí la aceptaron y la recogieron, Juan Carlos Rodríguez Ibarra y José Antonio Monago. El propio Vara justificaba también su decisión esta semana en redes sociales: «No rechazo nada. No hice nada extraordinario. Sólo cumplir con el compromiso. Tengo el cariño, que es la mejor de las medallas».

Pero, ¿realmente la rechaza por convicción o es una forma de demostrar que no comparte el proyecto de su sucesor? Entre ambos había tensión antes incluso de las elecciones municipales autonómicas del pasado mayo. En una reunión ejecutiva, Gallardo llegó a pedir a Guillermo Fernández Vara que se apartara, que era el momento de dejar paso a savia nueva. Y esa savia nueva pasaba por ponerse al frente del partido. Ese fue su objetivo desde el principio.

Después llegó el batacazo socialista en los comicios (Vara ganó, pero no contaba con los apoyos suficientes para gobernar) y la brecha se hizo más grande. El expresidente anunció que abandonaba la política regional y Gallardo, mucho antes de que se anunciaran las primarias, preparó una rueda de prensa para informar sobre su intención de liderar el PSOE extremeño. Aquello no gustó al partido, y mucho menos al núcleo más cercano a Vara, que lo consideró una falta de respeto al todavía presidente.

Desde el inicio de la carrera de las primarias Miguel Ángel Gallardo quiso marcar un muro de contención hacia todo lo que recordase a Vara: él se definía como el PSOE ganador y el PSOE renovado, y se enfrentaba así a su oponente, Lara Garlito, que en aquel momento era vicesecretaria de la ejecutiva de Vara. Además de la candidata que apoyaba el expresidente, aunque nunca lo exteriorizó.

Ese muro de contención que levantó Gallardo fijó sus cimientos cuando este fue designado nuevo secretario general del PSOE extremeño. La renovación fue total. Tanto, que de las 29 personas que conforman el nuevo equipo solo repite él, Gallardo. Y apartó a políticos de confianza de su antecesor, como a Blanca Martín y a la propia Lara Garlito, presidenta y vicesecretaria en la ejecutiva de anterior. 

Renovación en la Asamblea

La misma estrategia ha repetido en la Asamblea de Extremadura, donde ha llevado a cabo una renovación también de los cargos del grupo parlamentario que fueron nombrados y designados por el propio Guillermo Fernández Vara. En este caso, se ha desmarcado de todas las personas que apoyaron a su adversaria en las primarias, que era la candidata que apoyaba el expresidente. Han salido de los cargos de dirección personas como Soraya Vega, que era portavoz, o Julio Rodríguez, vocal con Vara. Ha cesado incluso a trabajadores eventuales y que eran personas de confianza del expresidente autonómico.

Y mientras, por si acaso, Gallardo opta por una defensa preventiva y se sitúa al lado de su antecesor, para acallar esa brecha en el PSOE que él ha negado (y niega) por activa y por pasiva: «Por decisión propia no quiere recoger ningún tipo de medalla o distinción, demuestro mi máximo respeto, aunque la tenga físicamente o no, tiene la medalla de Extremadura, de la provincia, del esfuerzo y del compromiso con esta tierra y los extremeños y también con España», manifestó esta semana el secretario general del PSOE cuando presentó las conmemoraciones que entregará la institución provincial, de la que ejerce también como presidente.