18 años de La Crónica de Badajoz | Agustín Muñoz Sanz Médico, escritor y académico

«Badajoz es pura historia y una tentación para cualquier escritor»

Agustín Muñoz Sanz.

Agustín Muñoz Sanz. / SANTI GARCIA

Jonás Herrera

Jonás Herrera

Agustín Muñoz Sanz (Valle de la Serena, 1953) es médico y escritor. Se especializó en enfermedades infecciosas y está considerado un experto en el estudio del SIDA y otras patologías. En su faceta de escritor ha publicado en distintos géneros, pero sus predilectos son la narrativa, el ensayo y el teatro. Precisamente en este último ha tenido la suerte de estrenar dos de sus obras en el Festival de Mérida. 

Le definen como un personaje poliédrico, ¿con cuál de sus facetas se quedaría: médico, investigador, profesor, escritor o académico?

Es más sencillo: creo que solo soy una persona curiosa e inquieta. Pero, contestando a su pregunta, tal vez es una combinación de todo lo que dice. O un médico que escribe.

Su primera profesión fue la de médico, ¿siempre tuvo clara su vocación en la rama sanitaria?

Sí. En mi familia hay un claro ambiente sanitario. Si se le une que, siendo muy joven, leí la biografía de don Santiago Ramón y Cajal, quien me influyó definitivamente, el resultado era de esperar.

Está especializado en enfermedades infecciosas, ¿pensó alguna vez estar ante una pandemia como la del covid-19?

La infectología ha sido mi dedicación desde que empecé a ejercer la medicina tras especializarme con apenas 30 años. Los infectólogos estamos bien informados sobre la realidad histórica, presente y venidera de los brotes, epidemias y pandemias. El covid fue una sorpresa para todos; pero también se esperaba una pandemia gripal, o de un microbio aún no conocido. Por lo tanto, fue una sorpresa a medias.

¿Cómo ha cambiado el mundo de la medicina desde que usted ejerce y enseña?

La medicina asistencial ha cambiado mucho. Para bien y para mal. En lo positivo, el avance enorme de numerosas disciplinas científicas y médicas. En lo negativo, la injusticia de que los avances beneficien solo al mundo desarrollado. En cuanto a la docencia de la medicina, necesita renovarse de pies a cabeza (empezando por la cabeza) y abandonar o alejarse de los postulados anacrónicos.

Dentro su profesión ha desarrollado acciones de cooperación, ¿cómo llegó a convertirse en cooperante? 

Es largo de explicar. Cuando se presentó la ocasión, aproveché para desarrollar un compromiso personal y una necesidad profesional. Estuve en Kenia como médico. Más tarde, en Bolivia, en calidad de formador en SIDA para profesionales de doce países latinoamericanos. La cooperación, además de necesaria, es una experiencia que marca.

También es presidente de la Academia de Medicina (AmedEx), ¿cómo es su labor?

La AMedEx nació un rato antes de estallar la pandemia. Algo más tarde, su segunda presidenta falleció, apenas recién llegada al cargo. Por tanto, sufrimos un gran retraso involuntario que ahora tratamos de superar. Ahora me toca tirar del carro. En el momento presente estamos en vías de normalizar la actividad corporativa. Poco a poco se van haciendo cosas con el concurso de los académicos y académicas.

La rama sanitaria no es la única de Agustín Muñoz, es también escritor. ¿Desde cuándo?

El origen remoto puede estar en un mediocre relato juvenil presentado al concurso que organizaba Coca-Cola, en el Bachillerato del Zurbarán. Fue allá por el paleolítico de la adolescencia. El origen real debe situarse hace unas décadas, cuando tuve la osadía de publicar mi primer relato. Y hasta hoy.

¿En qué género literario se siente más cómodo?

En el ensayo y la narrativa (novela y cuentos). Pero me gusta mucho el teatro, además de los artículos de opinión en la prensa, que sirve de válvula de escape de los avatares diarios. La chimenea del estrés.

Dos de sus obras teatrales se representaron en el Festival de Mérida, ¿qué supuso?

En efecto, Marco Aurelio (2016) y Cayo César (2020). Fue un gran honor porque Mérida es un espacio teatral sagrado. También me produjo un auténtico seísmo emocional. Saber que estrenas, siendo un principiante, donde lo han hecho los dramaturgos más importantes, de antes y de ahora, fue tremendo. Y supuso una enorme responsabilidad. Por otra parte, comprobar que otras personas muy cualificadas (la dirección de festival, los productores, los directores, las actrices y actores y demás elenco) participaron para engrandecer mis textos, fue extraordinario. Estoy muy agradecido.

¿Hay motivos para que Badajoz pueda ser protagonista de una de sus novelas?

Me gusta la novela histórica. He escrito dos. En cuanto a Badajoz, es pura historia. Y una tentación permanente para cualquier escritor. Aquí ocurren a diario hechos muy parecidos a los que suceden en otros lugares porque las historias están escritas en las paredes del alma de las personas, no en las piedras o monumentos. Dichas historias son novelables. Porque Macondo no se ubica en Colombia, sino en el alma humana.

¿Qué historia escribiría inspirándose en Badajoz?

No sé, pero se podrían proponer diversas opciones. Por ejemplo, tres épocas muy diferentes: el tiempo de los aftásidas, que fue del máximo esplendor de la ciudad y poco conocido por los paisanos. La guerra de la independencia, un horror, como todas las guerras, pero muy apropiada para novelar. Y la guerra incivil española y la postguerra del siglo XX, que guardan historias humanas fascinantes, más allá de la pura política y de los crímenes entre hermanos. Sin huir de una historia de amor/desamor en el presente.

¿Qué lugar de la ciudad es su rincón de desconexión?

Como aspirante a estoico desconecto más recurriendo a la exploración del mundo interior. Un laberinto. Pero reconozco que en la ciudad de Badajoz y sus aledaños hay lugares muy buenos para que una persona atribulada por sus circunstancias pueda encontrarse consigo, sobre todo en los momentos de zozobra e incertidumbre. Sirvan la Alcazaba, el río Guadiana, los parques, las partes no masacradas del Casco Antiguo, San Isidro...Y en horas de poco tránsito humano.

EL TEST PACENSE

Lugar preferido de Badajoz: El paseo de San Francisco, cuando no hay festejos.

Si Badajoz fuera un color... Verde.

Dónde desayunar en Badajoz: En casa, pero hay muchos y muy buenos sitios.

Un sabor que sea característico de la ciudad: Los churros gordos. El pan de tahona.

Un olor que le evoque siempre a Badajoz: El azahar.

Un sonido particular de la ciudad: Sonido natural: el canto de los mirlos. Artificial: la banda municipal tocando en el templete de San Francisco

Un recuerdo imborrable de su infancia en las calles pacenses: Un remoto 25 de julio, día de Santiago. Calor sofocante y tormenta bíblica. Procedente de la Serena, fue la primera vez que mis ojos infantiles vieron una ciudad y un edificio de cuatro alturas. Aquel niño que fui apenas tenía cuatro o cinco años. Subí las escaleras del piso aún por estrenar cargado con algo. Ensopado de sudor, aprendí, para siempre, que, para subir, hay que esforzarse. Con frío o calor, tiempo sereno o con tormenta. Es la vida.