Opinión | El Embarcadero

Días templados

Esto no va de ideologías sino de derechos humanos, de dignidad 

Por suerte, estamos saboreando una verdadera primavera, con días de lluvia, viento, sol, temperaturas suaves… La luminosidad de un sol que se crece nos inunda, nos invita a estar despiertos, activos, a disfrutar de estos días templados, propicios para buenos instantes: pasear, hacer deporte, sentarse a tomar algo en una terraza con unos amigos… y, por un momento, evadirse de una agresividad en la esfera política que parece ir a más, conforme se acerque la fecha de las elecciones al Parlamento Europeo. No obstante, quiero detenerme en algo positivo, en una muestra de que la esperanza sigue viva, trasladada a las concentraciones y acampadas en universidades españolas contra el genocidio que está cometiendo el gobierno de Israel en Gaza. Me emociona pensar en esos estudiantes que invierten su tiempo (de ocio, de clases, de estudio…) en solidarizarse con un pueblo, el palestino, que lleva sufriendo tantas atrocidades desde hace décadas. A esas chicas y chicos universitarios nadie les podrá reprochar nada el día de mañana, ante la pregunta: y tú, ¿qué hiciste para frenar la barbarie contra los palestinos? Hoy nos llama la atención que pocos, en su día, se movilizaran contra el Holocausto cometido por los nazis. Han transcurrido ochenta años y los judíos han pasado de víctimas a ser ahora ellos -sus dirigentes, en concreto- los victimarios, cuyas acciones criminales contra la población civil palestina nos entristecen y nos exasperan. 

Que España se haya decidido, junto a Irlanda y Noruega, a reconocer el Estado de Palestina (ya era hora) no deja de ser un gesto, aunque muy necesario. Esas acampadas y concentraciones nos devuelven a los periodos álgidos de lucha, de protesta, de indignación, de sueños, de utopías… del «no a la guerra» en 2003 o, más recientemente, del 15-M, en 2011. Ese no rendirse ante la deshumanización y la tiranía es un reto social imprescindible que nos recuerda que no todo está perdido, que esa supuesta ola reaccionaria, involucionista, de extrema derecha, populista, se puede parar, da igual el numerito que monte Javier Milei para tapar la pobreza en Argentina o que, con sus medidas, deje a gran parte de su población sin sanidad ni educación pública. Me siento muy orgulloso de esos jóvenes universitarios comprometidos y valientes, y de gran parte de sus profesores, que les arropan y les recuerdan que vale la pena congregarse para acabar con una injusticia de dimensiones titánicas. Resulta crucial activar aún más la conciencia internacional ciudadana, en cuanto al genocidio en Gaza. 

Esto no va de ideologías sino de derechos humanos, de dignidad, de búsqueda de la paz. La agitación del sentido moral y ético grupal es un mecanismo democrático que, creo, tiene que estar alerta, más quizá en primavera, cuando parece que el tiempo nos incentiva a salir a la calle y a protagonizar una «primavera de los pueblos», como la acontecida en Europa en 1848. El ser humano jamás perderá su capacidad de lucha para mejorar sus respectivas condiciones de vida y las de sus congéneres. Ojalá siempre ocurra así pues la vida nos va en ello.